Estaban dos borrachitos en un bar cuando ya estaba por cerrar.
- Oiga compañero..., ¿por qué no vamos a mi casa para seguir tomando unas copas?
- No, mejor vamos a la mía que es aquí cerquita.
- No colega, la mía es más cerquita.
- A ver, vamos, a ver cuál es más cerca.
Y se van, llegando a la esquina se detienen y uno le dice al otro:
- Ve… Ya llegamos, está es mi casa.
Y el otro le dice:
- ¡¡¡No puede ser...!!! , ésta es mi casa.
- No te creo, es la mía.
- A ver, tocaremos la puerta así sabremos de quién es.
Tocan la puerta, sale la dueña, y les dice:
- ¡Que bonito, que bonito, padre e hijo borrachos otra vez!
viernes, 5 de enero de 2007
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